EL PAN NUESTRO DE CADA DIA
Autor: Pedro Sergio
Antonio Donoso Brant
1. EL PAN DE ACCION DE GRACIA Y ORACION En una
ocasión, almorzaba en la casa de un amigo que vivía del trabajo del campo, un
buen cristiano, y padre de familia. Llegado el momento de iniciar la comida, se
suscitaron dos momentos muy singulares. Uno de sus hijos comenzó a comer antes
de orar y él le regaño fuertemente diciéndole; ―Veo que has aprendido a comer
de tu perro, al que le ponen la comida y sin dar gracias llega y come‖ – luego
de un pequeño silencio, el chico pidió disculpa y dijo: recemos entonces ahora
para pedir por el pan que nos da Dios. Acto seguido mi amigo dijo, no, no es
aún el momento de pedir, es el momento de dar gracias, ya será el momento de
pedir. Y comenzó dando gracias así: Señor, sabiendo tu todo lo que necesito, me
trajiste la lluvia y el sol que necesitaba, por tanto tuve buena cosecha en el
trigo, me distes buenos obreros, y esta, se transformó en una buena harina, te
doy gracias por ello. Luego, mi esposa, con sus cariñosas manos, preocupada por
nosotros hizo este rico pan que está en la mesa, y para que disfrutara de todo
esto que me has regalado, me trajiste a mi bueno amigo que está a mi lado para
compartir con el los frutos de nuestro trabajo, tuyo y nuestro Señor, te ruego
aceptes mi agradecimiento y bendición, amen. Admirado yo por su oración, le
pregunte porque oraba así. Él me contó que cuando niño era pobre y el patrón de
su papa, era un ateo pero de buen corazón, e invitaba a los hijos de los
trabajadores a comer a su casa, y cuando rezaba, este hombre le criticaba. Entonces
se preguntó; ¿porque nosotros rezamos para pedir el pan cotidiano y no siempre
lo tenemos y este hombre que es ateo y no reza tiene mucho y de sobra?, y me
dijo luego: De este modo, comencé a rezar por el patrón, para que a él nada le
faltará y así nos diera a todos y por lo que a mí me tocaba, me acostumbre a
dar gracias a Dios, por tener un patrón generoso. Si bien es cierto que nuestro
Padre sabe lo que necesitamos, alguien podría decir, entonces; ¿para qué
pedimos si El conoce que nos hace falta? Para que pedimos, tiene respuesta en
valor principal de la oración, dijo Cristo Jesús: ―Y al orar, no charléis
mucho, como los gentiles, que se figuran que por su palabrería van a ser
escuchados. No seáis como ellos, porque vuestro Padre sabe lo que necesitáis
antes de pedírselo‖ (Mateo 6,8) Evidentemente, la oración no es un listado de
necesidades que le hacemos a Dios, tampoco podemos decir que El necesita esta
forma de oración para darnos algo ya que él sabe de lo nuestro, pero en cambio,
nosotros necesitamos orar y siempre, ¿Por qué?, para mantener vivo en nuestro
corazón el amor a Dios. En efecto, si el hombre abandona la oración y no pide
por sus necesidades y no da gracias a Dios, es atrapado por su jactancia y
comienza a creer que gracias a su habilidad lo consigue todo y no necesita de
Dios, lo que lo convierte en un soberbio. Nosotros necesitamos dar gracias a
Dios, él es quien nos provee, y por su amor a los hombres permite que nos
lleguen nuestras necesidades sin obstáculo, entonces pedir nuestro pan diario,
es mucho más de un simple alimento básico, detrás de él, está el trigo y su
cosecha, la harina, los molinos, las manos que hacen el pan, pero por sobre
todo, la voluntad del Padre, porque para que se realice todo esto, necesitamos
las lluvias, el Sol y un sin número obras que se hacen por y con el amor de
Dios.
2. EL CONTEXTO DE MATEO (Mt 6, 9-13) “Ustedes
oren de esta manera: Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu
Nombre, que venga tu Reino, que se haga tu voluntad en la tierra como en el
cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día” La antiguas versiones del Padre
nuestro, se decía; El pan nuestro de cada día dánoslo hoy. ¿Cuál es la
diferencia? Porque pedir anticipado si hay providencia? Acaso no nos dice el
Señor que no nos preocupemos por el mañana? Por eso os digo: No andéis
preocupados por vuestra vida, qué comeréis, ni por vuestro cuerpo, con qué os
vestiréis. ¿No vale más la vida que el alimento, y el cuerpo más que el
vestido? 26 Mirad las aves del cielo: no siembran, ni cosechan, ni recogen en
granero (Mt 6, 25-26) De acuerdo al Catena Aurea, los Padres griegos
interpretan también como el pan del mañana, si así rezaríamos: "nuestro
pan del mañana dánoslo hoy". En este contexto, Jesús invita a sus
discípulos a no angustiarse con el afán por el alimento y el vestido del
mañana, abandonándose hoy a la providencia del Padre, Además Él Padre sabe bien
lo que necesitan sus hijos, aunque quiere que se lo pidan con la confianza de
dependencia filial. Dice el Señor: si un padre al hijo "que le pide
pan" no le da una piedra, "¡cuanto más vuestro Padre que está en los
cielos dará cosas buenas a los que se las pidan!" (Mt 7,7-11). Entre estas
cosas buenas está, sin duda, el pan o alimento necesario. Es el pan de cada día
el que los hijos piden a su Padre, libres de toda inquietud por el mañana.
3. EL CONTEXTO DE LUCAS (Lc 11,
1-4) “Él les dijo: "cuando oréis, decid: Padre, santificado sea tu Nombre,
venga tu Reino, danos cada día nuestro pan cotidiano” Con esta expresión,
volvemos a pensar en las cosas de la vida cotidiana. Es decir, para participar
y construir en este mundo el Reino, necesitamos las cosas necesarias para
vivir, el pan nuestro, el pan de la familia, el pan que debemos compartir, que
es pan para hoy y para mañana. En efecto, el pan representa todo lo que es
imprescindible para la vida, para el cuerpo el pan material y para el alma el
pan espiritual. Y el Señor no enseño ―nuestro pan‖, no mí pan, por eso es pan
compartido, tal como lo hizo El, que supo dar de comer a las multitudes
hambrientas, que gusto de compartir su mesa con pecadores y marginados, que
ansió comer con sus íntimos amigos, y que hoy permanece entre nosotros bajo la
Eucaristía, como pan compartido. Este pan, es alimento de nuestra fe y nuestra
esperanza en el Reino del Padre. En este contexto, el pan se refiere al
sustento corporal, y lo mismo en un contexto más amplio de todo el evangelio.
Con la misma insistencia importuna de quien pidió "tres panes" a su
amigo y con la confianza del hijo que "pide pan" a su padre, así los
hijos de Dios le piden "cada día" el don del pan. Abandonando su
preocupación por el vestido y la comida en manos del Padre providente, que sabe
lo que necesitan (Lc 12,22-31), le suplican: "¡Dánoslo cada día!".
4. EL PAN QUE PEDIMOS, EL PAN DE
VIDA El pan que pedimos a Dios es expresión de nuestro reconocimiento diario de
que Él es nuestro Padre. Pedir el pan es vivir cotidianamente en la fe en Dios
y del amor de Dios. Dice san Jerónimo: Cuando pedimos, pues, que Dios nos
conceda el pan peculiar o principal, pedimos aquel de quien habla el Evangelio
de San Juan, cuando dice (Jn 6): "Yo soy el pan vivo que bajé del
cielo". San Cipriano dice (Ver Catena Aurea): Jesucristo es el pan de la
vida, y este pan no es el pan de todos, sino el pan nuestro……. Pedimos, pues,
que los que permanecemos en Cristo no nos separemos de su santificación y de su
Cuerpo. Evidentemente, hay una alusión a la Eucaristía. Nuestro pan de cada
día, es decir nuestro alimento que es Cristo, es pan de hoy y del mañana. Por
tanto, pedimos tenerlo hoy y cada día.
5. EL PAN SUSTANCIAL El pan
nuestro, distingue solo el sustento corporal, sin embargo en labios de Jesús
tiene esencialmente otros significados. En el Padrenuestro se pide el pan
nuestro, la palabra quiere expresar el pan propio y específico de los hijos de
Dios: es el pan nuestro, el de los discípulos de Cristo. Es el pan sustancial,
no el pan común, sino el propio y exclusivo de los fieles discípulos de Cristo
Jesús. Dice san Cipriano: "El pan de vida es Cristo y éste no es de todos,
sino nuestro, de quienes invocamos a Dios como Padre nuestro. Así Cristo es el
pan de los que tomamos su cuerpo". Viendo esta petición unida a las
peticiones anteriores del Padrenuestro, podemos decir que se trata del pan del Reino,
"las cosas buenas que el Padre que está en los cielos da a quienes se las
pidan" (Mt 7,1 1). Estas cosas buenas se contraponen al pan que los padres
terrestres dan a sus hijos. Ya el profeta Isaías había relacionado el pan que
no sacia con las cosas buenas: ¿Por qué gastar plata en lo que no es pan, y
vuestro jornal en lo que no sacia? Hacedme caso y comed cosa buena, y
disfrutaréis con algo sustancioso. (Isaías 55,2). Estas cosas buenas son un don
gratuito concedido a quienes aplican el oído, acuden al Señor y escuchan su
palabra.
6. EL PAN DE LA PALABRA Pan de la
Palabra es lo que los hijos piden al Padre, como su alimento diario, el único
que sacia su hambre. Es lo que han aprendido del Maestro, según Mateo: "No
sólo de pan vive el hombre, sino de toda Palabra que sale de la boca de
Dios" (Mt 4,4). A sus discípulos, Jesús "les ha dado a conocer los
misterios del Reino de los cielos" (Mt 13,11), haciéndoles comprender la
Palabra del Reino (Mt 13,19.23), que produce fruto abundante. La Palabra de
Dios, con su fuerza salvífica, es "el pan de los hijos, que no está bien
echárselo a los perritos" (Mt 15,26). Lo mismo encontramos en el evangelio
de Lucas. Jesús rechaza la tentación del diablo, que le invita a convertir las
piedras en pan, citando el Deuteronomio: "No sólo de pan vive el
hombre" (Lc 4,3), "sino de toda palabra que sale de la boca de
Dios" (Dt 8,3). El hombre vive sobre todo de la palabra de Dios, que crece
y se difunde y, como una semilla, sembrada en quienes "la escuchan y
conservan con corazón bueno", da fruto centuplicado (Lc 8,8-15) de
salvación (Hch 13,46-48), haciendo de ellos, "madre y hermanos",
familiares de Jesús (Lc 8,21). La palabra es, pues, el "pan nuestro"
de los cristianos. De ahí que la pidamos: "¡Dánoslo cada día!".
7. RESUMIENDO LA PETICION La
petición, es sinónimos de aspiración o pretensión de los hombres. El pan
cotidiano, se debe entender por el pan necesario, permanente, El pan, es el
alimento del día, de mañana y del día siguiente. Como hemos visto, San Jerónimo
dice que en el Evangelio según los hebreos, se lee: ―Dadnos hoy nuestro pan de
mañana‖. Otros le dan una mayor amplitud, el del futuro, de todo el tiempo que
yo viva (San Atanasio, San Cirilo). Pero también Jesús dice: ―No os inquietéis,
pues, por el mañana.‖ (Mt 6:34). Otro antecedente que podemos añadir está en
función del Éxodo, donde se lee que el ―maná‖ sólo se lo permitía tomar para
―cada día‖ (Ex 16:4). Podría ser esta una confirmación, de fondo Mateano, sobre
lo mismo. En el caso del relato de Lucas parece darle una situación más
―ética,‖ de cotidiana vida cristiana. Pero también cabe algo más, este ―pan‖
del que aquí se habla es metafórico, y representa un alimento. Sin embargo nos
surgen nuevas preguntas, este pan, es: ¿material o espiritual? Hemos visto que varios
Padres de la Iglesia, lo interpretaron espiritualmente, y hasta, concretamente,
de la Eucaristía. Pero no nos cabe la menor duda, es necesario para nosotros el
Pan Espiritual, nos ayuda a defendernos del mal. Pero en su forma actual es
metáfora por el alimento corporal de ―cada día‖ La expresión es tan específica
que, sin una matización en contrario sólo se la puede interpretar del alimento
diario, también don de Dios. ¿Por qué haya de pedirse el pan de cada día?, es
por la dependencia que tenemos en todo de Dios.
8. DANOS HOY NUESTRO PAN DE CADA
DÍA, REFLEXIÓN DEL PAOA JUAN PABLO II En nuestro tiempo es muy fuerte la
convicción de que todos tienen derecho al -- pan de cada día --, es decir, a lo
necesario para vivir. Se siente igualmente la exigencia de una debida equidad y
de una solidaridad compartida, que una entre sí a los seres humanos. No
obstante, muchísimos de ellos no viven aún de modo conforme a su dignidad de
personas. Basta pensar en la miseria y el analfabetismo que existen en algunos continentes,
en la carencia de viviendas y en la falta de asistencia sanitaria y de trabajo,
en las opresiones políticas y en las guerras, que destruyen pueblos de enteras
regiones de la tierra. ¿Cuál es el cometido de los cristianos frente a esas
dramáticas situaciones? ¿Qué relación guarda la fe en el Dios vivo y verdadero
con la solución de los problemas que atormentan a la humanidad? Como escribí en
la encíclica ―Redemptoris missio‖, -- el desarrollo de un pueblo no deriva
primariamente ni del dinero, ni de las ayudas materiales, ni de las estructuras
técnicas, sino más bien de la formación de las conciencias, de la madurez de la
mentalidad y de las costumbres. Es el hombre el protagonista del desarrollo, no
el dinero ni la técnica. La Iglesia educa las conciencias revelando a los
pueblos al Dios que buscan, pero que no conocen; la grandeza del hombre creado
a imagen de Dios y amado por él; la igualdad le todos los hombres como hijos de
Dios -- (n. 58). La Iglesia, anunciando que los hombres son hijos del mismo
Padre, y por consiguiente hermanos, da su contribución a la construcción de un
mundo caracterizado por la fraternidad auténtica. La comunidad cristiana está
llamada a cooperar en el desarrollo y la paz con obras de promoción humana, con
instituciones de educación y de formación al servicio de los jóvenes, con la
constante denuncia de las opresiones e injusticias de todo tipo. Sin embargo,
la aportación específica de la Iglesia es el anuncio del Evangelio, la
formación cristiana de las personas, de las familias y de las comunidades; está
convencida de que su misión -- no es actuar directamente en el plano económico,
técnico, político o contribuir materialmente al desarrollo, sino que consiste
esencialmente en ofrecer a los pueblos no un "tener más‖", sino un
"ser más --, despertando las conciencias con el Evangelio. El desarrollo
humano auténtico debe hundir sus raíces en una evangelización cada vez más
profunda (ib.).
9. DANOS HOY NUESTRO PAN DE CADA
DÍA, REFLEXION DEL PAPA BENEDICTO XVI, LIBRO JESÚS DE NAZARET (Sólo algunos
párrafos) La cuarta petición del Padrenuestro nos parece la más ―humana‖ de
todas: el Señor, que orienta nuestra mirada hacia lo esencial, a lo ―único
necesario‖, sabe también de nuestras necesidades terrenales y las tiene en
cuenta. El, que dice a sus Apóstoles: ―No estéis agobiados por la vida pensando
qué vais a comer‖ (Mt 6, Z5), nos invita no obstante a pedir nuestra comida y a
transmitir a Dios esta preocupación nuestra. El pan es ―fruto de la tierra y
del trabajo del hombre‖, pero la tierra no da fruto si no recibe desde arriba
el sol y la lluvia. Esta combinación de las fuerzas cósmicas que escapa de
nuestras manos se contrapone a la tentación de nuestro orgullo, de pensar que
podemos darnos la vida por nosotros mismos o sólo con nuestras fuerzas. Este
orgullo nos hace violentos y fríos. Termina por destruir la tierra; no puede
ser de otro modo, pues contrasta con la verdad, es decir, que los seres humanos
estamos llamados a superarnos y que sólo abriéndonos a Dios nos hacemos grandes
y libres, llegamos a ser nosotros mismos. Podemos y debemos pedir. Ya lo
sabemos: silos padres terrenales dan cosas buenas a los hijos cuando las piden,
Dios no nos va a negar los bienes que sólo El puede dar (cf. Lc 11, En su
explicación de la oración del Señor, san Cipriano llama la atención sobre dos
aspectos importantes de esta petición. Así como en la invocación ―Padre
nuestro‖ había subrayado la palabra ―nuestro‖ en todo su alcance, también aquí
destaca que se habla de ―nuestro‖ pan. También aquí oramos en la comunión de
los discípulos, en la comunión de los hijos de Dios, y por eso nadie puede
pensar sólo en si mismo. De esto se deriva un segundo aspecto: nosotros pedimos
nuestro pan, es decir, también el pan de los demás. El que tiene pan abundante
está llamado a compartir. San Juan Crisóstomo, en su comentario a la Primera
Carta a los Corintios —a propósito del escándalo que daban los cristianos en
Corinto—, subraya ―que cada pedazo de pan es de algún modo un trozo del pan que
es de todos, del pan del mundo‖. El padre Kolvenbach añade: «Cómo puede
alguien, invocando al Padre nuestro en la mesa del Señor, y durante la
celebración eucarística en su conjunto, eximirse de manifestar su firme
voluntad de ayudar a todos los hombres, sus hermanos, a obtener el pan de cada
día?‖ (p. 98). Cuando pedimos ―nuestro‖ pan, el Señor nos dice también: ―Dadles
vosotros de comer‖ (Mc 6,37). También es importante una segunda observación de
Cipriano. El que pide el pan para hoy es pobre. La oración presupone la pobreza
de los discípulos. Da por sentado que son personas que a causa de la fe han
renunciado al mundo, a sus riquezas y a sus halagos, y ya sólo piden lo
necesario para vivir. ―Con razón pide el discípulo lo necesario para vivir un
solo día, mies le está prohibido preocuparse por el mañana. Para él se ría una
contradicción querer vivir mucho tiempo en este mundo, pues nosotros pedimos
precisamente que el Reino de Dios llegue pronto‖ (De dom. or, 19). En la
Iglesia ha de haber siempre personas que lo abandonan todo para seguir al
Señor; personas que confían radicalmente en Dios, en su bondad que nos
alimenta; personas que de esta manera ofrecen un testimonio de fe que nos
rescata de la frivolidad y de la debilidad de nuestro modo de creer. Las
personas que confían en Dios hasta el punto de no buscar ninguna otra seguridad
también nos interpelan. Nos alientan a confiar en Dios, a contar con El en los
grandes retos de la vida. Al mismo tiempo, esa pobreza motivada totalmente por
la dedicación a Dios y a su reino es un gesto de solidaridad con los pobres del
mundo, un gesto que ha creado en la historia nuevos modos de valorar las cosas
y una nueva disposición para servir y para comprometerse en favor de los demás.
10. DANOS HOY NUESTRO PAN DE CADA
DÍA Reflexión Anónima Bajo el concepto de "pan de cada día" que
pedimos para todo el género humano, entendemos en primer término todos los
bienes materiales y espirituales que el hombre necesita para la vida terrenal y
existencia digna a su naturaleza. Llama nuestra atención que, cuando las
peticiones anteriores, abrazan el cielo, la tierra y la eternidad, ésta se
concreta al día que pasa y al pan que necesitamos. Esta petición debe ser
condicional, esto es, unida a la anterior a la que pedimos que se haga la
voluntad de Dios en todas las cosas. Así pedimos aquí que nos dé el pan de cada
día, si así es su santa voluntad. Incondicional debe ser esta petición sólo
cuando la referimos al pan de la divina gracia que diariamente necesitamos, o
al pan de la Hostia divina. El recuerdo del Santísimo Sacramento es el
pensamiento más hermoso y tierno que la palabra "pan" puede
sugerirnos. Que siempre aumente el número de los fieles que reciben diariamente
este pan celestial y que con ellos se multiplique el número de aquellos en que
Cristo vive y reina y que viven en Cristo; esto significaría el más perfecto
cumplimiento de esa petición, la solución de la atormentadora cuestión por el
pan cotidiano que tanto interesa a los hombres. Muy convenientemente se une a
esta petición la Comunión espiritual, a la vez que el ruego por aquellos
pobres, a quienes falta el pan del día. No en balde Cristo acentúa tanto en
esta y en las siguientes peticiones el concepto de familia que prima en ellas,
que se llega a pensar que, no se nos concedería ningún pedido personal, que no
alcance a la vez a todos nuestros hermanos.
Muchas Bendiciones
Pedro Sergio Antonio
Donoso Brant
Capitulo IV, parte I del Taller que se esta dando en “La
Fonte”
Fuentes: TALLER DE ORACION DEL PADRE NUESTRO
"Aprendo en casa con mí colegio Sor Ana de los Ángeles"